domingo, 21 de noviembre de 2010

La Usura y Riqueza en la Biblia y el Libro de Mormón

Señor, ¿ quién entrará bajo tu tienda y habitará en tu montaña santa’
Quien no niega lo que ha dicho; ni facilita plata a interés.
(Salmo 15)


Un tema que aparece en forma constante tanto en el mundo bíblico como en el texto del libro de Mormón[1], es su rechazo al tema de la usura, interés y riqueza que están propio de las sociedades económicas del mundo occidental, surgidas sobre todo a partir del período de la Baja Edad Media con el surgimiento del capitalismo.
            Hoy voy  a comentar como es entendida y definida estos temas a la luz de nuestros textos canónicos y, la postura que deberíamos tener en torno a estos temas de la economía como verdaderos creyentes.

            La Usura e interés en el Antiguo y Nuevo Testamento[2].

            En el Antiguo Testamento, donde encontramos la palabra revelada de Dios al pueblo de Israel, apreciamos múltiples referencias en torno al tema de la usura e interés en los cuales es prohibido y rechazado categóricamente como práctica económica. En efecto, en el Pentateuco nos encontramos con fuertes declaraciones hacia cualquier tipo de préstamos en los cuales se viese involucrado devolver más de lo prestado. Por ejemplo, en Levítico 25; 36 y 37 se lee lo siguiente en relación a la conducta que deberían tener los antiguos hebreos entre sí:

“No tomarás de él interés ni usura; antes bien, teme a tu Dios y haz que tu hermano pueda vivir junto a ti. No le exigirás intereses por el dinero y los víveres que le hayas prestado”.

Esto es mencionado anteriormente en el Éxodo22, 25 en la prohibición dada por Dios a Moisés sosteniendo que no se debería cobrar intereses en los préstamos solicitados. La causa esencial en este tema, es que el prestamista y usurero es visto como un hombre injusto y que no alcanzará el Reino de Dios. Esto último, es descrito con notable exactitud en Ezequiel 18, 8 y 9.
Esto tema del usurero y prestamista como hombre injusto que no heredará el Reino de Dios, es tratado también en las primeras comunidades cristianas tal como lo menciona muy bien Pablo en 1 Corintios 9-10. En estos versículos, se describen que el hombre injusto es aquel que es acaparador y usurero.
El tema de la riqueza y su justificación es vista tanto en el conocido pasaje de Hechos 4,32-35 como en Timoteo 6, 17-18. El primero y lo cito para que recordemos de que se trata, establece la forma de de vida cristiana ideal:

“La multitud de los fieles tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba como suyo lo que poseía, sino que todo lo que tenían en común.”

            Es bastante conocido este apreciación de una forma de vida comunitaria en torno a compartir los bienes pero también no es menos cierto, que el mundo valórico y axiológico debe ser de tal homogeneidad que casi el individuo se pierde en el colectivo. Las diversas órdenes monásticas, en especial las que siguen las reglas de Benito de Nursia en el VI d.c, desarrollan con pureza y exactitud esta idea. En Timoteo 6, 17-18, se insiste al rico a dar de sus bienes y donarlos a los pobres, como una buena y digna acción por la cual obtendrán vida eterna.
            En el libro de Mormón[3] también se mencionan el tema de las riquezas y la usura. Recorramos un poco de sus páginas para saber y entender a lo que nos estamos refiriendo. En el libro de Jacob 2, 17-20 se dice a los ricos que sean “sean afables con todos y liberales con vuestros bienes para que ellos sean ricos como vosotros. En el versículo 19,  lo más notable es que se define el objetivo que debe cumplir nuestra actividad económica, que es hacer el bien. Esta riqueza debe servir para lo siguiente:

-          Vestir al desnudo.
-          Alimentar al hambriento
-          Libertar al cautivo
-          Suministrar auxilio al enfermo y al afligido.

Así es hermanos y hermanas, la riqueza no es para generar lucro y obtener bienes sino para implementar políticas sociales que tiendan a  beneficiar a los más desprotegidos de la sociedad. En Mosíah 18,27 al 29,  en una reorganización que se estableció para el buen funcionamiento de la iglesia, se menciona que los miembros de la misma,  deberían dar de sus bienes dependiendo de su capacidad y poder. La iglesia  debe preocuparse de lo temporal y espiritual tal como es expresado en el versículo 29.  En Alma 1,27 se sigue manteniendo esta idea como lo refleja la siguiente cita:

“Y de conformidad con lo que tenía, todo hombre repartía de sus bienes  a  los pobres, y a los necesitados, y a los enfermos y afligidos; y no usaban ropa costosa; no obstante, eran aseados y atractivos “.


            Una cosa es clara, la usura y la riqueza no son propias del mundo cristiano y deben ser dejadas en un segundo plano. La norma de vida debe ser la autoridad tal como se lee en Alma 39,14:

No busques las riquezas ni las vanidades de este mundo, porque he aquí, no     las puedes llevar contigo”.

            La última referencia tomada del libro de Mormón, corresponde al funcionamiento de la iglesia una vez que Jesucristo estuvo ministrando en América. Durante 200 años cuenta la escritura, se mantuvieron fieles a las enseñanzas que dio el Salvador en torno a la justa manera de disponer de los bienes. En este momento comenzó a operarse un cambio en los corazones de los creyentes que los llevo a transgredir las enseñanzas que habían recibido. Y de ahí en adelante se dividieron en clases y no tuvieron sus bienes y posesiones en común. (4 Nefi, 24 y 25).
            Resumiendo este breve mensaje en torno a la usura y la riqueza dentro del cristianismo podemos destacar varias ideas. Primera,  el interés y la usura fueron abiertamente condenadas ya sea en el mundo retratado en el Antiguo testamento como en las primeras concreciones cristianas del siglo primero. En estos textos, la figura del usurero y prestamista estaba dentro de los injustos que no heredarían el “Reino de los Cielos”. Segunda, en el libro de Mormón también encontramos esta idea reflejada, dando una mayor precisión en torno al uso y disposición de los bienes materiales en la iglesia. Por estas razones, se busco durante los primeros años de la Restauración  hacer posible este sistema económico-social a través del uso de los bienes en común que lamentablemente fracasó y que fue el “Orden Unido de Enoc”. Esta organización duro sólo un año en funcionamiento desde 1833 hasta 1834.
            A manera de conclusión, debemos reflexionar en torno a la validez y vigencia de los bancos en el mundo cristiano. Por mi parte, no utilizaré nunca más una institución crediticia que no cumpla con las normativas cristianas en este tema.  Quiera Dios que el mundo y mi voluntad me permitan cumplir con esto para alcanzar la vida eterna.

Saludos,
Su hermano en Cristo.
H. Hernández.


[1] Libro de Mormón. Publicaciones de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Salt Lake City, Utah. 1993
[2] Edición de la Biblia, La Nueva Biblia Latinoamericana. Ediciones Paulinas. Verbo Divino. 1972
[3] Hay bastantes citas que pueden ser leídas en el texto. Aquí solo se mencionan algunas que  hemos considerado relevantes.