martes, 4 de enero de 2011

Mosiah y su modelo político de gobierno


                                                                                   Daré así mandamiento a mi descendencia que
No ocupe estas láminas en cosas que carezcan
de valor para los hijos de los hombres. (1 libro   de Nefí, 2; 6).

Una sola cosa nos explica bien la historia y es en qué consisten los malos gobiernos (Thomas Jefferson)  


Mosiah y su modelo político de gobierno. ( Mosiah, cap 13,1- 45)[1]


            Un tema no menor que aparece en forma más o menos constante en el libro de mormón, es aquel en la cual se nos instruye acerca de la forma de gobierno ideal. En estas líneas, buscaremos retratar como se entendió la forma ideal de administración política a través de la lectura del párrafo que se encuentra en  Mosiah: 13; 1-45.
            Primero, hay que ubicar el contexto de su declamación política. El rey Mosiah decide proponer al pueblo la elección de su sucesor, este último decide elegir a su hijo, Aarón quien rechaza el cargo por dos motivos. El primero, por encontrarse lejos de su tiera misionando y segundo, por no interesarle el cargo de jefe de gobierno. Ante tal disyuntiva, comienza a surgir un generoso e importante debate en torno a cual debería ser la forma más correcta de regir sus destinos. Esta tradición no es nueva, ya la encontramos en filósofos insignes de nuestra tradición occidental tales como Platón u Aristóteles. De hecho el discurso fúnebre de Pericles[2] es un clásico para entender el modelo democrático. En fin, el tema que nos plantea Mosiah es la validez de la institución de la monarquía. Antes de proseguir con nuestro análisis, debemos aclarar que la monarquía es vista en este discurso como el gobierno en manos de una sola persona, por lo cual quedan fuera en la actualidad las monarquías constitucionales como por ejemplo la de Inglaterra o la española. En cambio, caen en esta categoría todos aquellos gobiernos que consagran en una persona todas las decisiones y acciones de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Aquí comienza un interesante debate ya sea a favor o en contra de la mantención de la institución monárquica. A favor,  se esgrime el argumento de la excelencia de un gobierno basado en un hombre virtuoso, (el rey filósofo de Platón) tal como es consignado en el versículo 17:

“  Por consiguiente si  fuera posible que tuvieran hombres justos por reyes, que establecieran las leyes de Dios y juzgaran a este pueblo conforme a sus mandamientos….. sería apropiado que tuvieras siempre reyes que os rigieran”

            Dicha capacidad se encuentra muy escasa entre los hombres, (sí de algo sirve estudiar la historia de la humanidad es para reafirmar tal apreciación). Habitualmente lo que aparece cuando se va concentrando el  poder  es la corrupción y un rey injusto trae una gran injusticia no solo a él sino también al reino. Cuando los gobernados se dan cuenta de tal  situación y desean derrocarlo, se asume un costo enorme y un gran derramamiento de sangre porque todo rey inicuo hace lo siguiente:

“Decreta leyes y las envía por entre su pueblo; leyes a la manera de su propia maldad; y a quienquiera que no obedezca sus leyes manda que sea muerto “(Mosiah 13,30)

Por esta razón es preferible según el rey Mosiah, que el poder descanse en una multiplicidad de personas señalando que será la última persona en llevar dicho oficio. En remplazo de la monarquía, se propone la institución de los Jueces no en el sentido que aparece en la Biblia en tiempos inmediatamente posteriores a la muerte de Moisés y cuyos representantes más conocidos son Josué y Sansón. Más bien, es una institución de hombres sabios y conocedores de las leyes divinas y de los antepasados. Estos jueces pueden ser definidos de la siguiente manera:

“Sin embargo nombraremos jueces que juzguen a este pueblo conforme a nuestra ley, y arreglemos de otra manera los asuntos de este pueblo, pues nombraremos a hombres sabios por jueces que juzguen a este pueblo conforme a los mandamientos de Dios” Versículo 15.

            Lo interesante de esta institución, es que se asume que diferentes grupos de jueces pueden juzgarse a sí mismos si se considera que los fallos o sentencias judiciales no han dejado conforme a los necesitados de justicia (vers 34 al 39).
Estos jueces y los gobernantes en general deben cumplir con los siguientes requisitos[3]: 18 a 20.

-          Enseñar los mandamientos de Dios.
-          Establecer la paz en el país.
-          Evitar las guerras y conflictos.
-          Poner fin a hurtos y saqueos
-          No aceptar ninguna clase de iniquidad.
-          Condenar el crimen cometido según las leyes.

Todos estos jueces son elegidos por la voz del pueblo ya que se piensa que la mayoría de las personas siempre toman las decisiones que son más beneficiosas para todos, los jueces deben aplicar leyes pero siempre escuchando al pueblo para ser implementadas. Así lo dice el versículo 36:

“Así que esto observaréis y tendréis por ley resolver vuestros asuntos por voz del pueblo.

¿Y sí el pueblo en ves de elegir la justicia, elige la iniquidad?  En esa situación, Dios visitará a su pueblo con gran destrucción y quedará la iniquidad en sus propias cabezas. Pero el Señor en su infinita misericordia escuchará siempre a su pueblo sí realmente se arrepiente y le promete retornar a los mandamientos y leyes divinas.

            Hermanas y hermanos, espero que logremos sacar las mejores conclusiones para nosotros y nuestros países según la recomendación dada por Mosiah .
Saludos, su hermano en Cristo,
R. Hernández.



[1] Smith, Joseph, Trad. El Libro de Mormón. Peterson, L. Vernon (supervisión).Libro de Mormón. Missouri, USA. Tercera edición de 1979 Editada por la Junta de Publicaciones de la Iglesia Reorganizada de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
[2] Tucídes. Historia de la Guerra del Peloponeso.
[3] Versículos 18 al 20.

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